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Salvador Miqueri, sinónimo de una identidad dentro del chamamé

La época de oro del chamamé fueron las décadas del 50 y 60. Allí diferentes agrupaciones se destacaron en el pentagrama musical e inmortalizaron diferentes títulos para la memoria del ser correntino. Uno de ellos...

La época de oro del chamamé fueron las décadas del 50 y 60. Allí diferentes agrupaciones se destacaron en el pentagrama musical e inmortalizaron diferentes títulos para la memoria del ser correntino. Uno de ellos es el caso de Salvador Miqueri. Este guitarrista y cantor ha brindado a través de su pluma un vuelo poético digno de destacar y rememorar su huella para que no se pierda a través del tiempo.

Por ejemplo, en el ámbito musical, Miqueri y Cocomarola fueron esos socios que marcaron un sello. Juntos firmaron cada obra, coronada con éxito y  se mantienen vigentes. En aquellos años, mientras estaba en auge la música paraguaya, el bandoneonista sancosmeño lo alentó para escribir nuevas obras porque había una carencia de títulos. El modelo de cantar junto a su compañero Eustaquio Vera marcó una tendencia formando una escuela para muchos dúos vocales.

El relato es de Salvador Miqueri  que contenía una memoria prodigiosa. En una entrevista de hace años  realizada por Luis Moulín que rescata esta bellísima historia. El cantor mburucuyano estaba integrando el famoso Trío Cocomarola cantando a dúo  con Eustaquio Vera. Mientras transcurría el año 1953, el conjunto musical viaja a Buenos Aires con el objetivo de realizar algunas grabaciones y presentaciones artísticas. Mientras iniciaron un primer tramo rumbo a Reconquista, tomaron un  descanso en un refugio  situado en  un monte  que se encontraba al costado de la ruta, cuando los caminos eran de tierra. Allí tenía mesas y sillas de madera Como al poeta le gustó el título Monte Refugio, se le ocurrió escribir una letra. 

Muchas veces utilizaron el tren como medio de transporte e  invertían el tiempo para componer  algunas canciones. Como pasajeros de segunda, utilizaron asientos de madera en un trayecto que a veces duraba 24 horas. Un mozo de un vagón de primera le ofrece un departamento de un pasajero que se había ausentado para que los músicos no molesten a los demás  viajantes. Los artistas rápidamente se pudieron cómodamente. Miqueri recordaba que Tránsito Cocomarola se acostaba con el fuelle a tocar algunas melodías y el poeta utilizaba un escritorio que se encontraba al pie de una ventana. El resultado fue una letra de un romance imaginario y utilizó en  Monte Refugio. Al llegar a Buenos Aires se presentaron en los estudios del sello Odeón y  grabaron la obra cantando la letra con el atril porque no lo terminaban de memorizar.

Monte Refugio les pertenece a Tránsito Cocomarola y Salvador Miqueri. Se registró el 1 de octubre de 1953 en Sadaic y, cuatro días más tarde, lo grabaron un disco de 78 rpm. Tiene otras versiones de varios conjuntos musicales como Coquimarola, Evelio Osuna y Trébol de Ases, con la dirección de Gustavo Miqueri, entre muchas más.

Salvador Miqueri fue docente jubilado y leía a autores españoles como Gustavo Adolfo Bécquer, Calderón de la Barca y otros que forman parte de la época de oro del romanticismo. El vocabulario que ha utilizado fue para elevar el nivel cultural de la música. Luchaba contra aquellos que tenían otros intereses comerciales,  que embestían con otras obras y denigraban el género con canciones chabacanas.

La mayoría de los temas son imaginativos. El momento que se le ocurría la temática era a eso de las 2 o 3 de la mañana. Después, al otro día, trataba de encajar la métrica con la música. Su forma de escribir, cantar y componer se lo debe al tango argentino. 

Un ejemplo fue Tu pañuelo,  que firmó con el bandoneonista Avelino Flores. En el libro Salvador Miqueri y el legendario dúo Vera-Lucero, el autor Roberto Gutiérrez  Miglio lo comenta de la siguiente manera. En 1959, Avelino Flores fue a visitar a Salvador Miqueri en un chalet ubicado en San Martín al 600, en Mburucuyá. Le entregó una melodía para que le escriba unos versos para que fueran como despedida de una noviecita que tenía en Reconquista. 

El bandoneonista fue  a buscar a su novia que vivía cerca de allí, pero no se encontraba debido a que se fue a oír misa. A los cinco minutos volvió a lo del cantor mburucuyano y encontró los versos ya realizados.

La obra fue grabada el 14 de noviembre de 1960 y se convirtió rápidamente en un éxito. Según contó Miqueri, esta obra es un reflejo de Tu pañuelito, compuesta por Juan de Dios Filiberto. Que quede claro que no es plagio,sino una idea que muchas veces la tomaba el autor y le imponía su propia firma.

Otro ejemplo es el chamamé Mujer sin par; se inspiró en el tango Ninguna, de Homero Manzi para escribir el estribillo. Fue grabada en 1959 por el conjunto Vera-Lucero. En 1976 Los Hermanos Barrios también realizaron su versión, pero antes Salvador Miqueri le cambió la segunda parte de la letra, convirtiéndo el chamamé en un éxito.

Cambios

En otra entrevista, Salvador Miqueri había asegurado escribir la letra de Porque te amé, dedicado a una novia, con una parte de la melodía, y otra que  estuvo a cargo de su primo Esperitón Tito Miqueri. Cuando el poeta viaja a Buenos Aires escuchaban que anunciaban dicha obra, pero solo nombrando el apellido, sin brindar mayores detalles. En una  charla que mantuvieron ambos autores, se pusieron de acuerdo. Le entregó la letra a su primo y este le proporcionó una melodía para una futura composición. Las versiones más recordadas son las de Tarragó Ros, con las voces de Gregorio de la Vega y Andrés Cañete, y, posteriormente, una de la cantante Ofelia Leiva.

Un puente al éxito mundial

Salvador también comentó, en otra entrevista radial, sobre la obra Puente Pexoa. Mientras transcurría el año 1955 tenían varios amigos que le regalaban la música. Con sus allegados le decían Bochinche al intérprete Armando Nelly porque era muy alborotado. Este fue un  aficionado de la música. Junto a sus hermanos, integraba un conjunto denominado Los Ases de Itatí, de la zona de Esquina. Como era secretario de Gobierno le daba una ayuda importante a los músicos consiguiendo algunos bailes auspiciados por la provincia. 

El deseo de Nelli era firmar una composición con el Taita del Chamamé y en una de esas charlas le entregó una letra  a Tránsito Cocomarola para que le coloque una melodía. Este la leyó y vio que no tenía consonante, medidas ni sentido; solo la idea y le pidió a Miqueri que le hiciera unos ajustes. También le comentó que dos días después iban a ensayar en la pensión donde Salvador Miqueri vivía, en la calle Hipólito Yrigoyen, y la semana siguiente iban a viajar ya que ya tenía reservado el estudio de grabación. Ante la consulta de Cocomarola sobre si realizó cambios en la letra, el autor mburucuyano insistía en que no podía arreglar la letra, solo existía la opción de realizar una nueva letra respetando la idea original. El sancosmeño lo alentó y, mientras ajustaban la melodía, Miqueri puso manos a la obra. Una ventana daba a la calle, sacó un papel y, arriba de un diario del día, fue escuchando la melodía, escribió una letra respetando la métrica balbuceando y, después de un segundo repaso, se pusieron de acuerdo.

El Trío Cocomarola fue a grabar a Buenos Aires. Además se debía presentar en el registro nacional de propiedad intelectual  un sobre cerrado conteniendo el título de la obra, la letra y la partitura de la música, dejándola en custodia con un valor de dos pesos. Como Armando Nelli no se presentó, Salvador falsificó su firma, declarando y pagando. Esa obra anduvo bien. En aquellos años, Salvador Miqueri tenía una novia llamada Selva Zoloaga, que estudiaba Farmacia en la provincia de Córdoba. Se relacionó con otros músicos, como el caso Los Trovadores del Norte, que ganaron el premio mayor del Festival de Cosquín en 1963, con Puente Pexoa. 

Además de ser el creador de un éxito, Salvador fue el emisario para que tenga mayor difusión, sin cobrar un solo peso.
Salvador arregló letras y regaló muchas obras. El autor Gutiérrez Miglio lo cita como un propio avance en el mundo poético de las piezas musicales en tiempo de chamamé. Fue uno de los exponentes más notables y trascendentes en las letras a través de la historia del género.

Salvador Miqueri nació en Mburucuyá, provincia de Corrientes, el 15 de diciembre de 1926. Antes de cumplir 30 años se casó con Irma Morad y nacieron tres hijos: David, Gustavo y Marcela.

En el ámbito artístico cantó con Eustaquio Vera, formando uno de los dúos más afamados del género. También lo hizo con su hijo Gustavo dejando una gran cantidad de trabajos discográficos que son parte de la historia cultural de una región. Salvador en la última etapa de su vida estuvo al frente de su agrupación Trébol de Ases cantando junto a Alfredo Almeida. Una de las últimas funciones fue 16 de agosto de 2013 en su Mburucuyá natal, celebrando la fecha fundacional de su ciudad. Cuatro días después su nombre se convertía en leyenda.

El mensaje importante de este compositor correntino es muy simple, mantener las raíces de una música que nos identifica como correntinos. Sin perder la esencia de nuestros mayores que nos han legados importantes valores. 

Salvador siempre trató, a través de sus estrofas, enaltecer el chamamé y no debemos permitir que su nombre y su bandera en alto caiga  en el olvido.

Es por ello que las nuevas generaciones deben hurgar no solo en su discografía y actividad autoral, sino también tomar su ejemplo, promoviendo la lectura de autores contemporáneos o aquellos que marcaron un punto de inflexión en la poesía. 

Hoy, el chamamé sufre una carencia de autores y compositores, que nos vemos reflejados a reciclar canciones del pasado. El mejor ejemplo se encuentra en las noches de la Fiesta Nacional del Chamamé, con canciones que escuchamos entre seis a ocho veces y que sin saberlo le vamos quitando un prestigio. Parece ser que nuestro género musical no tiene una cantera de éxitos que se podrían interpretar. 

Lo importante es volver a hacer las cosas con respeto, sin llamar la atención, ya que debemos cuidar esta expresión declarada como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, que nos hermana a todos. 

Texto: Guido Rodriguez FUENTE: REPÚBLICA DE CORRIENTES

  • Fecha 20.11.2024
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