Protagonista del chamame
Eduardo Miño, el acordeonista que se resiste a caer en el olvido
La localidad correntina de Mercedes se ha caracterizado por ser cuna de notables artistas relacionados con el chamamé. Podemos mencionar nombres de poetas como Carlos Alberto Castellán, María Luisa Paíz y destacados aco...
La localidad correntina de Mercedes se ha caracterizado por ser cuna de notables artistas relacionados con el chamamé. Podemos mencionar nombres de poetas como Carlos Alberto Castellán, María Luisa Paíz y destacados acordeonistas como Alberto Cambá Castillo, Valerio Duarte, Fito Ledesma y Ruperto Alegre, entre tantos otros. La idea de esta nota en particular es traer a la memoria al intérprete Eduardo Miño, nacido en el barrio Saladero Cué, de la ciudad de Mercedes, región centro del Taragüí el 13 de octubre de 1940. Sus padres fueron Eulogio Miño y Mauricia López.
Ambos eran acordeonistas aficionados. La familia Miño tuvo varios hijos profesionales y con posibilidades de registrar una grabación, Marianito y Eduardo.
El destino de ser músico ya estaba marcado para el niño Eduardo. Cuando tenía 8 años ya ofrecía serenatas con su acordeón en las siestas correntinas y, cuando promediaba los 12, tenía su conjunto frecuentando las churrasquerías del Mercado Cué, donde actualmente se encuentra el Hotel de Turismo.
En el año 1955 viaja por primera vez a Buenos Aires. Sus primeros pasos fueron al lado del bandoneonista Isaco Abitbol, para luego proseguir con figuras como Mauricio Valenzuela, Los Hermanos Philepich, Samuel Aguayo, Ángel Guardia, Embajada Cartelera Correntina de Polito Castillo y el bandoneonista Damasio Esquivel, entre otros.
Una de las recordadas actuaciones de Eduardo es con el conjunto de Damián Cena. En 1965 ingresó a grabar con este cantor correntino el disco El desparramo, para el sello Odeón. La formación se completaba con Paquito Aranda en bandoneón, Oscar Olivera en voz y guitarra y Roberto Galarza, que colaboró en la producción de ese LP. El problema inicial de ese trabajo fue que Aranda no pudo presentarse el primer día de grabación y Eduardo encaró solo la ejecución de su acordeón en temas como El desparramo, Lanús chaqueño, El mosquito, por citar algunos. En aquellos años se lo observa a Eduardo con un instrumento de color rojo de tres hileras, pero la manera de digitar sus dedos sería una identificación propia con el paso del tiempo.
Con Damián Cena le siguieron los discos Para mi amor y Paisano de mi pago. Después del fallecimiento del cantor nacido en Saladas, faltaba cubrir dos contratos de grabaciones con el sello discográfico. Sus exmúsicos colaboraron en dos trabajos discográficos publicados como Conjunto Damián Cena.
El camino solista
Eduardo Miño comenzó a grabar discos con su propio nombre para el sello Cerro Corá. En aquellos tiempos había que viajar a la ciudad de Asunción. En aquella empresa publicó varios discos dobles y un LP titulado Buscando olvido. En aquella ocasión lo acompañaron las voces Jara-Moyano-Barboza y Montenegro, el recitador Leopoldo Polito Castillo y el bandoneonista Paquito Aranda.
Los registros de este acordeonista mercedeño continuaron para el sello Music Hall que tenía su sede en la calle José Evaristo Uriburu, de Capital Federal. Dentro de esa compañía comenzó a forjar una serie de LP que se convirtieron en éxitos como Volvé mi tesoro, Te estoy pintando mi amor, Lazo de sueños; Adiós, ciudad de Mercedes y Paraje Paiubre, tan solo por citar algunos.
La poeta María Luisa Paiz, en uno de sus escritos, lo destacaba como uno de los intérpretes que llevaba el mensaje de su tierra, regalando a sus oyentes las melodías netamente correntinas nacidas bajo el silencio esplendoroso de las noches estrelladas. Chamamé, rasguido doble, valseado y canciones, en sus ojos se refleja cada rincón mercedeño; cada nombre guaraní da la modulación en cada floreo.
En la etapa discográfica fue realizando en un difícil camino, pero siempre saliendo adelante con sus producciones. Tanto es así que muchos de sus discos salieron publicados en sellos muy chicos que apenas en pocas tiradas vieron la luz del público. Algunos de ellos son DI Croce, Studio Records, Jaguar y Cabal, entre tantos otros.
Cuando tuvo la oportunidad de grabar para el sello Leader Music, le dedicó a Diego Maradona el chamamé Te llaman rey, con una letra de Polito Castillo, rescatando también obras como Así es mi tierra, D’Tulio y Carancho Pepó, entre tantos títulos. El Triunfador Mercedeño tenía contrato para la publicación de dos discos más, inclusive se llegó a grabar una cinta abierta nunca vio la luz, quedando guardado en los archivos de la compañía.
Como autor y compositor ha sido un artista prolífico. Por ejemplo, Paraje Boquerón, una composición que realizó junto a su hermano Marianito se la dedicó al lugar natal de sus padres. Siempre tuvo en cuenta sitios de Mercedes como Camino a Itá Pucú, Barrio Toro Cuá, Paraje Brea Lomas, Puerto Cerrito, que se encuentra en el Paraje Capivarí, para homenajear a los cazadores y canoeros de su pago. Siguieron otros títulos como Paraje La Nena, El blasón mercedeño, Chaqueñita, La patada, El gato blanco, en honor a Pedro Espinoza, correntino de Concepción, inclusive el propio Miño realizaba la grabación de las glosas. Entre sus colaboradores más directos, en referencia a la parte de las letras, podemos citar a Francisco La Cruz Insaurralde, Polito Castillo, Luis Rodríguez Armesto y Ernesto Gómez, entre tantos otros.
También es recordado el litigio judicial que tuvo Eduardo Miño por grabar el chamamé El Gaucho Berenjena, dedicado a Manuel Aguirre, nacido en Pueblo Libertador, departamento de Esquina, amigo personal del acordeonista mercedeño. La obra aparece firmada por Miño y por Domingo Espinoza. El mercedeño la grabó por primera vez en 1974 para el sello Music Hall y posteriormente lo hizo el Ángel del Acordeón. El problema es que cada intérprete reclamaba la autoría total de la obra, por lo que el resultado definitivo fue que El Berenjena quedó registrado a nombre de Eduardo Miño con Enrique Cena y El Gaucho Berenjena, a nombre de Domingo Alberto Espinoza y Bernardino Ramos.
Además este intérprete recibió la colaboración de numerosos amigos e integrantes como su hermano Leonardo Miño, Aranda-Palacios, Cejas-Moyano, Gómez-Cardozo, Titilo López, Coco Lator, Edgar Duarte, Juancito López, Cachito López, Tono Sánchez, Nene Chaparro, Osvaldo Sandoval, Yiyo Cardozo, por citar solo algunos, que inclusive algunos no llegaron a grabar.
Eduardo fue uno de los primeros artistas en colocar un estandarte a Cambá Castillo grabando sus obras, realizando un registro antológico, impidiendo que el tiempo cubra de olvido su nombre, haciendo justicia por el horcón de su pueblo natal.
Más que un amigo, un padre musical
Raulito Miño es hijo de Marianito y sobrino de Eduardo. En diálogo con
lo recordó de la siguiente manera: "Cuando murió mi padre, el tío Eduardo fue un padre del corazón y un papá musical. Él se puso a disposición de sus sobrinos. A mí me hizo venir a Buenos Aires en el año 1980 y me hizo grabar mi primer disco, que se tituló Tu lunar, para el sello Jaguar. Después vinieron mis hermanos Rogelio y Roberto, y grabamos otro LP, que se llamó Los hijos del chamamé. Eduardo Miño estuvo como productor apoyando nuestras grabaciones inclusive en el sello San Miguel", explicó.
Raulito es acordeonista y actualmente acompaña a sus hijos, Los Miño. Mientras dialoga con este matutino, hace memoria sobre su tío y comentó que Eduardo era un músico andador y en un viaje procedente de Paso de los Libres a Buenos Aires, arriba de una camioneta Ford tuvieron un accidente. Durante su recuperación lo contactó a su sobrino para realizar una gira por la provincia de Formosa. La idea era hacer dúo de acordeones en lugares como Palo Santo, Espinillo y Fontana, por un espacio de dos fines de semana. El resultado fue que Raulito se quedó por espacio de un año y un mes, y su tío Eduardo, año y medio. "Donde el tío se hallaba, se quedaba. Él aprovechaba las épocas de cosecha en el Chaco. Tenía amigos por todos lados. En la provincia de Santiago del Estero, también tenía muchos conocidos".
"Mi tío llevaba a Mercedes en el fondo de su corazón, era mercedeño al 100 %, lo decía siempre con orgullo", sostuvo su sobrino.
Su legado
Eduardo Miño fue un artista que supo codearse con importantes artistas. Conoció los sinsabores de la música, pero también los privilegios que brinda. En la última etapa de su vida ayudó a varios de sus sobrinos, estuvo en la dirección artística del sello San Miguel, y siguió adelante con sus presentaciones. Muchas de ellas no se realizarse en espacios de festivales grandes pero si en bailantas del conurbano bonaerense. Era muy común encontrarlo en la pizzería Santa Rosa, ubicada en Lomas de Zamora, realizando su actuación con algunos amigos o ejecutando su acordeón Ocampo, en una audición radial de la FM Satelital, de la misma localidad.
Durante un tiempo no pudo realizar sus grabaciones en los sellos más importantes, pero cuando encontraba la forma de registrar sus obras en pequeños cassettes, regalaba a algunos productores radiales para que tenga mayor difusión.
Uno de los últimos golpes que sufrió este intérprete fue un accidente de tránsito que le destruyó parte de la cara, que lo llevó a retirarse de los escenarios. En aquel entonces se guardó un tiempo para su recuperación volviendo a grabar uno de sus últimos trabajos, titulado Estoy de nuevo con mi gente, manteniendo el idioma guaraní en las glosas. Quizás esta premonición fue que iba a llegar la hora de su partida. Un mes antes de su fallecimiento fue homenajeado el 7 de marzo en el Teatro Cervantes, de la ciudad de Mercedes, donde se le entregó un disco de platino, por parte de la Dirección de Cultura de General Sarmiento, provincia de Buenos Aires. Aquejado de una enfermedad terminal falleció el 1 de abril de 1997, dejando enlutados al chamamé y a su querida Mercedes.
Algunos intérpretes del chamamé, como el caso de Los Matuá Mercedeños, lo recuerdan a cada momento. No solo con sus temas musicales, sino dedicándoles obras como Al triunfador mercedeño, Por tu senda Eduardo Miño, Recordando al triunfador mercedeño, además de interpretar obras del propio Miño.
Pablo Alfonzo lleva entre sus manos una de las acordeones del intérprete, custodiando ese instrumento que ha realizado giras por distintos caminos enalteciendo la bandera del chamamé. Los Matuá siempre están agradecidos a esta figura del chamamé, por el apoyo que recibieron en sus inicios como conjunto musical.
Se cumplirán 28 años de su desaparición física, sus restos descansan en el cementerio de la ciudad de Mercedes, cerquita de otras figuras ilustres. Amigo y admiradores siempre pasan a "saludar", dejar flores frescas y brindar algunas serenatas, porque la figura de Eduardo Miño se resiste a caer en el olvido.
TEXTO:GUIDO RODRIGUEZ
FUENTE:REPÚBLICA DE CORRIENTES
- Fecha 28.03.2025
- Sección Ciudad
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