Músico popular

El docente correntino que enseña historia a través del chamamé

Santiago Delgado es docente jubilado radicado en la localidad bonaerense de Rafael Castillo, tiene 52 años y es de Paso de los Libres. Nació en 1972, es hijo de Santiago Delgado, formoseño, y Nola Pablina Ríos, tam...

Santiago Delgado es docente jubilado radicado en la localidad bonaerense de Rafael Castillo, tiene 52 años y es de Paso de los Libres. Nació en 1972, es hijo de Santiago Delgado, formoseño, y Nola Pablina Ríos, también conocida popularmente como doña Noly, de Concepción, Corrientes. Su padre cumplía la función de jefe de la Dirección Provincial de Agua y Energía, que luego pasó a denominarse DPEC. El trabajo era en las viejas usinas, que mantenían con energía eléctrica a todo un pueblo a través del gasoil. Al viajar a Concepción, su padre se relaciona con su madre que finalizó en casamiento. Años más tarde por motivos laborales lo trasladaron a otra usina en Paso de los Libres trabajando como electricista y docente. 

Su madrina resultó Carmen Casco, la hija de Ricardo el Cambá, que fuera hermano de Ernesto Montiel, tal es así que don Ernesto adoptó el apellido de su madre. A los dos años viajó con su madre a Concepción, en ese momento comenzó a ser un hijo adoptivo de Concepción. Gracias al trabajo de su padre fue recorriendo los pueblos del interior de la provincia como San Miguel, Caá Catí y otros teniendo una vida nómade. En esos años previos conoció distintos personajes como el caso de Gabino Quiroz, excantor de Tránsito Cocomarola y Eustaquio Miño, incursionando en el mundo del chamamé.

Al percibir los trabajos musicales de este cantor, no sorprende la fácil dicción del guaraní. En los primeros años escuchó la lengua materna muchas veces en tiempos de juegos junto a otros niños. Santiago quería utilizar ese lenguaje porque quería comunicarse y ser feliz como aquellos que reían y disfrutaban de una infancia sin peligros.

Pero con frecuencia encontró barreras como tantos correntinos, al negarle el uso de la misma por miedo a la discriminación y otras yerbas. Sin embargo este correntino no es de una derrota fácil, fue aprendiendo en Buenos Aires, escuchando y observando a los ciudadanos paraguayos que en pequeños reductos compartían sus valores y tradiciones.

Su carrera como trovador comenzó en 1990. Al finalizar sus estudios secundarios en su ciudad natal, a los 18 años, participó por primera vez en un certamen de canciones inéditas en el Festival de la Canción Navideña, en la ciudad de Corrientes. Gracias a la ayuda desinteresada de Manuel Ramírez, prolífico poeta, autor del emblemático título Recordando a Concepción, Santiago pudo componer su primera obras titulada Nochebuena poriajhu, Nochebuena de los humildes, que planteaba como transcurrían esa fecha los campesinos de campo adentro. Muchos de ellos solo tenían mate y chipá cuerito para celebrar la Navidad y la esperanza de seguir trabajando.

En otro pasaje de su actividad artística, tuvo la posibilidad de integrar Las Voces del Iberá, realizando voces bajas y recitados gracias a su condición de barítono, con la dirección de José Martín Rodríguez, conocido popularmente como Tripa. Ese niño prodigio ya tocaba la guitarra y se encargaba de arreglar las voces. En 1992 obtuvieron el primer lugar en un certamen que se desarrolló en el Teatro Vera, para luego representar a la provincia de Corrientes en el Pre-Cosquín. En 1993 perdieron frente a Algarrobal, un grupo vocal riojano que cantaba folclore. Aunque no pudieron conseguir el objetivo, obtuvieron una mayor relevancia y actuaron dos veces en un programa televisivo El gran debut de Aldo Fabré, transmitido por ATC para promover a los nuevos valores del folclore nacional.

Nuevos rumbos

Posteriormente en el camino de la vida Santiago debió emigrar a la gran capital, precisamente en 1995, en busca de un mejor porvenir. Se había recibido de maestro de grado y cada uno de los integrantes de Las Voces emprendió su rumbo. En el partido de La Matanza, localidad de Rafael Castillo, se radicó y empezó a estudiar música andina. En la escuela taller de Haedo fue incursionando en la música boliviana lo que le permitió abrir su espectro musical, aprendiendo a tocar varios instrumentos como la zampoña, las quenas y los charangos.

Al año siguiente durante una visita a su madre en Concepción se encontró con Chicho Bordón o Chicho AkáGuazú, que estaba a cargo de la Dirección de Cultura de ese pueblo. Le preguntó si se animaba a competir como solista chamamecero en Mburucuyá. Allí Santiago había adoptado un matiz vocal parecido a Cacho Espíndola y resultó el ganador.

En el 2001, en la vorágine social que transcurría en nuestro país, por las malas condiciones económicas sintió la necesidad de armar un grupo folclórico de cuerdas titulado Hacha y Tiza. Allí con la interpretación de chacareras, huaynos, gatos y escondidos y algunos chamamés, se dio cuenta de que algo le faltaba, no le llenaba y necesitaba representar a su provincia natal.

En el año 2003 integró el trío Avá Ñeé, que se traduce como "la lengua del hombre". Integrado por Omar Verón, Rubén Miño y Santiago Delgado obtuvieron una gran repercusión y ganaron el primer lugar como folclore de proyección en la Fiesta Nacional del Chamamé.

Durante el 2003 y el 2004 representó a Buenos Aires en un certamen del Pre-Cosquín, en Ituzaingó, y resultó ganador como canción inédita lo que le permitió viajar hacia Córdoba, donde corroboró que sin mayores acompañamientos no obtendría el primer lugar.

En otro paréntesis de su carrera, resultó ganador como recitador en la Fiesta Nacional de Baradero, entre recitadores sureros y andinos. El secreto fue la presentación de dos poemas que él mismo escribió. Uno de ellos fue Oberá, que hablaba de un indio rebelde que no quiso aceptar la conquista española y El gaucho perseguido dedicado a los gauchillos y bandoleros correntinos.

La vuelta a sus raíces

Como la sangre correntina cala profundo parecía que su pasado y  los ancestros se pusieron de acuerdo para que traslade su voz y le cante a su pueblo. De a poco se fue transformando en un cantor regional. En la antesala junto a unos rockeros en 2007 grabó un demo  que se llamó Camino a la tierra sin mal con títulos como Andresito, El gaucho perseguido, El chamamé de la patria grande, además de un rasguido doble dedicado a Carlos Fuentealba, un profesor de Historia que marcó profundamente su carrera, ya que Delgado también es profesor de esa asignatura.

Después de esa grabación, Santiago pensó y armó un nuevo proyecto. En este caso, el chamamé es un puente de hermandad americana que unía Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina. Publicó su primer disco Por la patria grande por la Unión de Músicos Independientes (UMI) proyectando las esperanzas que tenían San Martín, Bolívar y otros próceres. 

En diálogo con República de Corrientes Santiago Chinchu Delgado contó que en su primer trabajo titulado Por la patria grande el chamamé tiene un valor significativo por el privilegio geográfico que tiene Corrientes, que limita con Brasil, Paraguay y Uruguay. Ese era un sueño de descolonización: lograr una mayor autonomía, una mayor soberanía nacional a través de una emancipación cultural de ser nosotros mismos. Lejos de los mandatos imperialistas, la única forma es estando unidos. El Mercosur con Brasil, Paraguay, Uruguay es fundamental la negociación en bloque. Por eso pensaba que el chamamé era un brazo cultural, para cantar la historia, para cantar también lo que nos dejaron figuras como Julián Zini y Zitto Segovia. El resultado final fue declarado de interés cultural por la Cámara de Diputados de la Nación en 2012. Esto fue gracias a la gestión de la diputada correntina María Elena Chieno. Además de ser declarado de interés cultural por la Cámara de Senadores de la Provincia de Corrientes por iniciativa de Pedro Braillard Poccard en 2012, gracias a una enorme gestión  de Guillermo Alfonso.

Dos años más tarde, publicó un segundo trabajo titulado Canto a Itatí, en colaboración con el poeta Román Blanco. Gracias a la labor del médico y político goyano Juan Fernando Marcópulos se declaró este disco de interés a nivel nacional. El proyecto musical fue acompañado por el bandoneón de Fabián Lezcano y el guitarrista Miguel Ángel Arce. Después de esta publicación Martín Tripa Rodríguez, su amigo concepcionista, le sugirió un proyecto que trate sobre la tierra que vió nacer a Pedro Ríos. Es por ello que Santiago Chinchu Delgado elaboró un trabajo didáctico que fue acompañado por Honorio Serpa en acordeón y el zurdo Maciel en guitarra. La tercera publicación se denominó Yaguareté corá purahei, corazón del Iberá, en 2017, que contó con invitados como Matías Galarza, Gabino Chávez, Ariel Acuña, y el difusor chamamecero Baltazar Toi Duarte.

Su pueblo, en agradecimiento, lo declaró embajador cultural el 9 de marzo de 2019, Día del Niño correntino.

El difícil camino de la música

Santiago relató que durante dos años a pulmón fue difusor de sus propias canciones en el programa Por la patria grande, en la radio de Los Cunumí Guazú, de Rafael Castillo, en un segmento que se llamaba El fogón de la patria grande, que fue una ventana de oportunidades a otros cantores que buscaban promover sus obras como Daniel Larrea, Gabino Chávez, Daniel Argañaraz, entre tantos otros.

"Fui un músico de vanguardia y progresista", contó. "Siempre traté de respetar el chamamé, aunque en algunas grabaciones mías les puse batería". En los bailes del Gran Buenos Aires, se acostumbró a interpretar otros temas musicales, muchos de los clásicos, impidiéndole una oportunidad a la nueva trova de gente joven.

Ha trabajado con autores como Carlos Guttner y Román Blanco, que lo llevó a lugares de Itatí y Concepción para poder componer los temas. Ante la diferencia del rechazo por parte la comunidad chamamecera, hoy prepara un material dedicado a la cumbia, que será publicado por Mandioca Record. Confesó ser admirador de intérpretes como Zitto Segovia, Los de Imaguaré, Grupo Reencuentro, Roberto Galarza, Emiliano Cardozo y Los Cardocitos, entre otros. En su biblioteca personal custodia las obras de Francisco Madariaga, escritor de Concepción, amado en Colombia y en los grandes centros de culto de la literatura americana. Era un tipo progresista y liberal, empático con el mencho y el de las tareas rurales, aseguró.

"La historia es una ciencia y no se puede romantizar. En su momento, la única posibilidad de que le llegue al pueblo fue a través de canciones, como lo hizo Julián Zini", reflexionó. Santiago Delgado es uno de esos promotores que trabajan en silencio por la cultura de su provincia y de la región, muchas veces, a pulmón sin obtener nada a cambio.

 

FUENTE: REPÚBLICA DE CORRIENTES

TEXTO: GUIDO RODRIGUEZ

  • Fecha 21.02.2025
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